Muere Mario Vargas Llosa: El Nobel peruano Que Enfrentó La Fe, El Poder Y Sus Propios Demonios

 

El escritor peruano Mario Vargas Llosa, laureado con el Premio Nobel de Literatura en 2010, falleció en Lima el 13 de abril. Críticos y seguidores han dedicado los últimos días y semanas a analizar la obra y el legado de este renombrado intelectual, político, novelista y ensayista —considerado por muchos como una de las figuras más importantes de la literatura mundial contemporánea.

Vargas Llosa, a menudo considerado el último gran escritor del “Boom latinoamericano de los años 60”, también exploró temas profundamente personales en su obra, ofreciendo una mirada íntima a su mundo interior.

Uno de esos temas fue su relación con la fe y la religión católica, a la que miraba con gran escepticismo. En sus memorias, “El pez en el agua”, Vargas Llosa relata experiencias que lo llevaron finalmente a abandonar la práctica religiosa.

“Fui un niño devotamente religioso”, y “puro como un lirio”, confesó. Incluso compró una Biblia y asistía regularmente a misa.

Pero el hecho que lo marcó de por vida fue el intento de abuso sexual que sufrió cuando fue llevado con engaños a una habitación por un cura de nombre Leoncio del Colegio La Salle en Lima, donde estudiaba. Según su relato, este religioso tocó sus partes íntimas e intentó otros avances hacia él. El escritor reveló que: “A partir de entonces, de una manera gradual, fui dejando de interesarme en la religión y en Dios. Seguía yendo a misa, confesándome y comulgando, e inclusive rezando … hasta que un día me di cuenta de que ya no creía. M había vuelto un descreído. No me atrevía a decírselo a nadie”.

El sentimiento llegó a fortalecerse en su interior, y continúa su relato: “Solo en el año 1950, al entrar al Colegio Militar Leoncio Prado, me atreví a desafiar a la gente que me rodeaba con el exabrupto: yo no creo, soy un ateo”. Es precisamente la experiencia en este colegio militar que inspiró una de sus más grandes obras: “La Ciudad y los Perros” (1963), libro que recibe el “Premio de la Crítica Española” y que abre un nuevo estilo en la novela latinoamericana, marcando el inicio del llamado “Boom Latinoamericano” al lado de otros escritores como el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar, el mexicano Carlos Fuentes, entre otros.

Vargas Llosa cuenta, también, desde el primer capítulo de sus memorias, cómo la tortuosa relación con su padre, marcada por el temor y el resentimiento, le harían sentir un profundo odio. “Esto me llenaba de espanto, porque odiar a mi propio padre tenía que ser un pecado mortal, por el que Dios me castigaría. Tenía la conciencia sucia por esa culpa, odiar a mi papá y desear que se muriera para que mi mamá y yo volviéramos a tener la vida de antes. Me acercaba al confesionario con mucha vergüenza por repetir cada vez el mismo pecado”, señaló.

Otro de los pasajes de su vida en los que tuvo gran relevancia la religiosidad fue durante su corta incursión en la política peruana. En un momento, tuvo que definir un mensaje acerca de sus creencias religiosas ante el electorado peruano cuando se presentó como el candidato presidencial para las elecciones generales de 1990, en las que perdió ante el entonces desconocido profesor universitario Alberto Fujimori. “Al comenzar mi actividad política, expliqué en una entrevista que yo no era creyente, tampoco un ateo, sino un agnóstico, pero que no discutiría en la campaña electoral sobre religión”, escribió Vargas Llosa, “yo no podía disimular mi condición de agnóstico por conveniencias electorales”.

En esa campaña electoral, su adversario Alberto Fujimori recibió un amplio apoyo de sectores de la comunidad evangélica que, según analistas, fue decisivo para su derrota. En los mencionados círculos protestantes se corría la voz de que “el hermano Fujimori” era una clase de “enviado de Dios”, para hacer frente a la terrible crisis económica que atravesaba el país luego de más de una década de terrorismo del maoísta Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru.

El escritor se refiere a esta situación en la que el tema de la religión resultó ser el punto de quiebre para decidir la votación. “Ninguno de nosotros (los de su agrupación política), sospechábamos entonces - fines de 1987- la importancia que cobraría el tema religioso en esas elecciones, a raíz de la exitosa movilización de las iglesias evangélicas en favor de Fujimori” escribió Vargas Llosa.

Una de las pocas veces en la ventiló públicamente sus discrepancias con la dirigencia católica, fue cuando a raíz de la discusión sobre una iniciativa para reconocer la unión civil homosexual, el Nobel salió en defensa de la iniciativa apoyada por colectivos LGTBIX y criticó la postura institucional de la iglesia.

En respuesta, la Conferencia Episcopal Peruana, que agrupa a los obispos del país, acusó al escritor de “creerse guardián de la conciencia de los otros”. “Creer que lo normal es ser heterosexual y que los homosexuales son 'anormales' es una creencia prejuiciosa, desmentida por la ciencia y por el sentido común, y que sólo orienta la legislación discriminatoria en países atrasados e incultos", remarcó el escritor en esa ocasión.

En suma, el Nobel de Literatura peruano fue fuertemente marcado por la traumática relación con su padre y por el ataque sexual sufrido de niño por parte de un religioso católico, situaciones que dejaron una huella en su vida que lo alejó de la fe.

No pudo conocer el verdadero mensaje cristiano de amor verdadero, paz y reconciliación. Una frase pronunciada por él resume su agnosticismo: “los hombres se empeñan en creer en Dios porque no confían en sí mismos”.


Reynaldo Aragaon es un periodista veterano radicado en Lima, Perú. Es miembro de la junta directiva de The Media Project.