La Iglesia San Francisco De Valparaíso Busca Reinventarse Tras Su Ultima Reconstrucción

 

VALPARAÍSO, Chile — La historia de la Iglesia San Francisco en Valparaíso está tan entrelazada con la ciudad portuaria chilena que, cuando un incendio destruyó el edificio en 2013, una vecina sintió que estaba perdiendo a un amigo.

La ciudad debe su apodo “Pancho” a la iglesia (los hombres llamados “Francisco” suelen ser llamados “Pancho” en América Latina). Construida en 1845 en un cerro por la orden franciscana, la iglesia servía como un faro para los marineros, quienes al acercarse al puerto decían “Pancho a la vista”.

Tres incendios han destruido la iglesia desde 1983, y tanto los fieles como las autoridades de la ciudad se han unido para reconstruirla. Su reapertura más reciente fue en 2024, luego de una reconstrucción de tres años que requirió $7,7 millones de financiamiento del gobierno regional.

Pero ahora, con menos fieles asistiendo a misa y sin financiamiento continuo del municipio, la iglesia enfrenta un nuevo desafío: reinventarse.

Como muchos sitios religiosos históricos en el mundo, la iglesia lucha por asegurar fondos para sostener sus operaciones.

“El desafío es gestionar el lugar”, dijo el fraile Cristian Eichin, quien está a cargo de la iglesia y del convento adyacente. Él y otro fraile viven en el convento.

“Necesitamos una administración profesional”, afirmó. Está buscando fondos para instalar cámaras. Desde marzo, el templo ha sufrido tres robos. Según Eichin, personas con adicciones ingresaron al lugar. Se llevaron algunos floreros y la caja de donaciones.

Como parte de la reconstrucción, el gobierno solicitó la creación de una organización sin fines de lucro que ayudara a recaudar dinero para el mantenimiento de la iglesia. Amigos del templo fundaron la Corporación Iglesia San Francisco del Barón, que organiza ferias de las pulgas. Las ganancias de las ventas se destinan al mantenimiento del lugar.

La corporación también organiza conciertos, donde se solicita una donación a los asistentes. “Ha establecido vínculos con otras organizaciones para utilizar el espacio para exposiciones, charlas, reuniones y cursos”, señaló Eichin.

Todos los miembros de la corporación son voluntarios. Su presidenta, la jubilada Milagros Aguirre, lideró el esfuerzo de reconstrucción tras el incendio de 2013.

“Los franciscanos dijeron: ‘Nos vamos’. Yo dije: ‘No se pueden ir’. Fue entonces cuando comenzó el esfuerzo por conseguir fondos”, recordó Aguirre.

Gracias a su trabajo anterior en el Ministerio de Obras Públicas, aprendió cómo postular a financiamiento, y la corporación ha construido un sentido de comunidad. Recuerda que el día de la ceremonia de dedicación, en mayo de 2024, también era su cumpleaños, y todos le cantaron “Feliz cumpleaños” después de la misa. Pero, a sus 83 años, siente que es hora de dejar la corporación.

Como otras iglesias del país, San Francisco ha experimentado una disminución en la asistencia a misa. En los años 90, vivían allí unos 20 frailes. Según Eichin, a la misa dominical del mediodía asistían unas 250 personas, y otras 200 a la de las 10 a. m.

Hoy, solo hay una misa dominical, a las 11 a. m., que convoca a unas 150 personas. Eichin atribuye la disminución de fieles al proceso de secularización del país, a la menor actividad religiosa y a una población envejecida con cada vez menos jóvenes. A pesar de esta baja, afirmó que San Francisco tiene una tasa de participación más alta en comparación con otras parroquias de Valparaíso.

“La razón por la que más personas vienen aquí que a otras iglesias es el cariño que el pueblo de Valparaíso le tiene a San Francisco”, dijo.

Inicialmente construida en estilo neoclásico, la iglesia fue remodelada con elementos neobarrocos bajo la dirección del arquitecto milanés y sacerdote franciscano Edoardo Provasoli en 1890. Reconstruyó la torre y la fachada, caracterizadas por sus ladrillos a la vista. Debido a su volumen, altura y ubicación en una ladera empinada, la torre adquirió un estatus único en la ciudad y desde el mar.

El respeto por la historia de la iglesia y de la comunidad motivó el esfuerzo de reconstrucción, dijo Martin Schmidt, el arquitecto a cargo del proyecto, durante la ceremonia de reapertura del templo.

“Derribar la antigua fachada de ladrillo y diseñar una nueva iglesia habría sido más rápido, fácil y barato. Sin embargo, prevalecieron la edad y el respeto por lo que ya existía”, señaló.

Ese mismo respeto por la tradición es lo que le ha dado identidad al cerro con el templo, comentó Eichin. El antiguo sentido de comunidad, fomentado por los frailes que aún permanecen y ahora por los voluntarios de la Corporación Iglesia San Francisco del Barón, también ayuda.

“Los hermanos franciscanos están cerca de la comunidad. Hacen que la gente se reúna”, dijo Francisca Leyton, una vecina de la iglesia.


Graciela Ibáñez is a journalist with a Master of Arts from Columbia Journalism School, where she graduated in 2008. She works as a professor of journalism at Universidad Gabriela Mistral and at Universidad Viña del Mar in Chile. She covers Chile for foreign media outlets, including TRT World and Americas Quarterly. She worked as a reporter for Dow Jones Newswires in Santiago and for the Financial Times Group in New York City. She graduated with a Bachelor of Arts from Universidad Adolfo Ibáñez in Viña del Mar.