La Iglesia Católica Recupera Protagonismo Tras Derrota Del MAS En Bolivia
La derrota del socialismo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Bolivia, el 17 de agosto, marcó un punto de inflexión para la Iglesia Católica.
Bolivia ha sido gobernada por el partido Movimiento al Socialismo, conocido como MAS, desde 2006 —un periodo solo interrumpido por el gobierno interino de Jeanine Áñez entre noviembre de 2019 y noviembre de 2020.
En las elecciones de agosto, ninguno de los candidatos de izquierda, incluido el representante del MAS, logró pasar a la segunda vuelta electoral, programada para el 19 de octubre.
“El gran perdedor en las elecciones es el MAS”, dijo Carlos Cordero, decano de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica Boliviana.
Los bolivianos elegirán un nuevo presidente, y sus opciones son Rodrigo Paz Pereira o Jorge “Tuto” Quiroga, considerados de centro-derecha y derecha, respectivamente. Ambos son católicos, la religión mayoritaria en el país.
“Durante los gobiernos del MAS, la Iglesia perdió protagonismo”, dijo César Rojas Ríos, analista político y consultor de las Naciones Unidas. “Con el cambio de ciclo político, probablemente se volverá a convocar a la Iglesia como mediadora”.
El MAS, especialmente el expresidente Evo Morales, atacó a la Iglesia. En 2007, Morales —quien fue presidente del país entre 2006 y 2019— dijo que el clero era aliado de la oligarquía para dominar al pueblo, después de que el secretario general de la Conferencia Episcopal Boliviana le pidiera no imitar una “democracia al estilo venezolano”.
Sus ataques continuaron cuando la Conferencia Episcopal criticó su intención de postularse a un cuarto mandato presidencial, a pesar de haber perdido un referéndum en 2016, en el que los votantes rechazaron su reelección.
Antes de que el MAS llegara al poder, la Iglesia Católica había desempeñado con frecuencia el papel de mediadora en crisis políticas, incluyendo las renuncias de los expresidentes Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003 y Carlos Mesa en 2005.
“La Iglesia ha jugado el papel de amortiguador, de estabilizadora en momentos de agitación”, afirmó Rojas.
En 2019, la Universidad Católica Boliviana reunió a líderes políticos en La Paz para buscar una solución a la crisis provocada por la renuncia de Morales. Morales había intentado postularse para un cuarto mandato en una elección que terminó con acusaciones de fraude por parte de la oposición. Estallaron protestas en todo el país, algunas de las cuales resultaron en muertes. Las Fuerzas Armadas presionaron a Morales para que renunciara, tras lo cual huyó del país hacia México.
“En ese vacío de poder, la Iglesia Católica recuperó su rol de mediadora”, dijo Cordero.
Los obispos Eugenio Scarpellini y Aurelio Pesoa mantuvieron conversaciones con diplomáticos. Todos se reunieron con líderes políticos, incluidos representantes del MAS, en el rectorado de la universidad el 11 de noviembre de 2019. Durante la reunión, llamaron a la presidenta del Senado, Jeanine Áñez, y le preguntaron si deseaba asumir la presidencia, como lo estipula la Constitución. Áñez aceptó, y los representantes del MAS estuvieron de acuerdo.
Posteriormente, el MAS ignoró este acuerdo. Bajo el gobierno del presidente Luis Arce, quien sucedió a Áñez, los líderes del MAS acusaron a la Iglesia de orquestar un golpe de Estado con la reunión en la Universidad Católica.
“No fue el caso”, dijo Cordero. Monseñor Scarpellini, quien era obispo de la Diócesis de El Alto, murió de COVID-19 en julio de 2020. Nacido en Verdellino, en la provincia de Bérgamo, Italia, fue llamado el “Monseñor de la Pacificación” o el “Pastor de la Democracia” por su rol en la crisis surgida tras las fallidas elecciones de 2019.
“Fue vital en las negociaciones que pacificaron el país”, dijo Gonzalo Mendieta, abogado y columnista boliviano.
Tras su muerte, la Iglesia adoptó un papel más distante.
“Ahora parece más cautelosa que en 2019”, agregó.
En 2021, la Fiscalía boliviana solicitó a la Iglesia que explicara su rol en el proceso de diálogo que buscaba una solución a la crisis. La Iglesia redactó un informe sobre lo ocurrido entre octubre de 2019 y enero de 2020, el cual presentó al Papa y a la Fiscalía. “La Iglesia Católica rechaza cualquier acusación de conspiración, propiciación, encubrimiento o cualquier otra forma de acción relacionada con un supuesto golpe de Estado”, decía el texto.
Los ataques continuaron. En 2023, la oposición en Bolivia denunció que el gobierno de Arce estaba siguiendo el mismo camino contra la Iglesia que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, quien había lanzado una ofensiva, arrestando a sacerdotes por criticar al gobierno. El gobierno nicaragüense incluso rompió relaciones con el Vaticano.
A principios de este año, la Conferencia Episcopal Boliviana solicitó al gobierno la implementación de medidas para enfrentar la crisis económica que afecta al país. Desde 2023, ha habido escasez de dólares estadounidenses, necesarios para importar combustible.
Para la Conferencia Episcopal, el gobierno necesita implementar medidas como permitir la importación de combustible sin impuestos, reducir el gasto público, promover las exportaciones y fortalecer la inversión privada. Los obispos dijeron que el país necesita cambiar su modelo económico de uno basado en la redistribución a uno orientado a la generación de riqueza.
“El nuevo gobierno enfrentará una crisis económica que requiere un fuerte ajuste”, afirmó Rojas.
Este ajuste puede generar conflictos sociales, especialmente en zonas propensas a las protestas, como El Alto. En ese escenario, la Iglesia puede trabajar para evitar la escalada violenta del conflicto, facilitar la concreción de acuerdos y convertirse en garante de que dichos acuerdos se cumplan, añadió.
Como en el pasado, la Iglesia Católica puede convertirse en un espacio de diálogo con la nueva administración en Bolivia.