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Contra La Corrupción, Sólo Leyes | Laws Cannot End Corruption

(english below)

El Licenciado y doctor en derecho, Ignacio Burgoa Orihuela, fue, porque falleció en noviembre del 2005, pero es, porque sigue siendo estudiado y citado por ser la suya una opinión acreditadísima en cuanto a leyes en nuestro país. Élafirmaba qué: “en México había corrupción en todos los sectores de la sociedad; en los gobernantes, en los gobernados, en la policía, en los ciudadanos, en los sindicatos, etc.” Él decía que: “la corrupción es el origen de la violencia que sufrimos en nuestras ciudades”. Y cuánta razón tenía el desaparecido doctor Burgoa Orihuela.

Contra la corrupción, hasta ahora sólo hemos tenido leyes. Si vemos las campañas políticas en el país, los partidos políticos y sus candidatos, parecería que están más empeñados en demostrar qué tan corruptos son sus contrincantes, que en presentar propuestas y planes de gobierno. Las propuestas inteligentes, están ausentes.  La Ley 3 de 3, como le llaman a una, es más bien una vacilada que otra cosa. 

Si vemos al sector empresarial, casi a diario nos enteramos de empresas que hacen fortunas mediante la misma herramienta. La corrupción. Lo que para nada es nuevo que así hagan. Este es el “modus operandi” que ha estado presente siempre. Lo nuevo o lo diferente ahora es el cúmulo de casos que se han hecho públicos. Igual sucede con el señalamiento de las personas corruptas. Pero también es grave la gran impunidad que se hace evidente yque gozan quienes se mal distinguen al ser corruptas personas.

¿Qué lleva a una persona a ser corrupta? ¿Se puede combatir?

La mayoría de la gente se muestra escéptica ante cualquier sistema que no conlleve castigo. Y podrán tener razón. Si quienes cometen actos de corrupción no son ejemplarmente castigados, si la impunidad campea, la impunidad es entonces un aliciente y un estímulo para que se cometan los actos corruptos. La impunidad, la corrupción tienen un común denominador. ¿Cuál? La Amoralidad. Que también campea en la sociedad pero que muy pocos notan y menos le conceden la importancia que esto representa. No es conveniente.

La corrupción conlleva la idea de aprovechar la oportunidad del momento y el de enfrentar las consecuencias después. La corrupción tiene un común denominador; la falta de respeto al prójimo. El respeto es un valor moral.

¿Cómo generar respeto en las personas por las personas? ¿Y por qué digo respeto?
Porque la falta de respeto es lo que ocasiona la “maña” en las personas. La “maña” es la desviación de una conducta lícita. Es una falta de madurez interior. Quien la ejerce considera las otras personas tontas, estultas. Por lo mismo, piensa que merecen ser tratadas así. Como tontas. La persona mañosa tiene un concepto muy personal de la moral. El propio. Es relativo entonces.

Las leyes representan un sistema moral. En casi todos los sistemas legales reflejan los 10 Mandamientos del libro Bíblico del Éxodo. “No matarás”, “no robarás”, “no mentirás”, “no darás falso testimonio”, “no codiciarás”, etc. Son éstas leyes o preceptos morales. Estos mandamientos fueron dados al pueblo hebreo por su DIOS, para proteger la vida humana, la propiedad y a las personas en general. De ahí han pasado al mundo a través del Imperio Romano y su sistema de derecho que, impregnado por la cultura judeo-cristiana, dominó por siglos.

Las actuales leyes emanadas del poder legislativo en México y casi cualquier país,  las que emergen desde los Congresos de los estados, tienen el mismo propósito que los 10 Mandamientos; ejecutar justicia, proteger a los ciudadanos, etc. Entonces todas las leyes están inmersas en la moralidad. Por lo que la ley ejecuta y ejerce la moral. Pero hay diferentes tipos de moral. La bíblica, la budista, la hindú, la musulmana, etc. La de un grupo, la de otro. Las que son radicalmente diferentes entre sí. Algunas prohíben comer carne, otras declaran que el asesinar a quienes no sean creyentes es una virtud. Algunos actos que para algunos son perversiones, para Platón eran considerados nobles actos de amor. Los que en la Biblia merecen la pena capital. ¿Qué hacer?

No se puede negar que a toda legislación le concierne la moralidad de los ciudadanos. Todo gobierno es un ejecutor y establecedor de moral. Las leyes son leyes morales que representan un sistema moral. Tenemos leyes contra el asesinato, contra el robo, contra el secuestro, el despojo, etc. Toda ley tiene moral y se basa en la moral. Y podremos estar o no de acuerdo con la moralidad de una ley. Pero no podemos negar su contexto moral. A la ley le concierne el bien y también el mal en los ciudadanos. Protege el primero y castiga el segundo, respectivamente. Eso es exactamente lo que hace la moral.

¿Por qué entonces la corrupción ha aumentado hasta llegar a invadirnos de la forma que a diario vemos? Por qué no basta con aprobar leyes y promover declarar los bienes que se tienen para ser candidatos honrados. Porque las leyes no pueden cambiar y menos transformar el carácter de la persona alguna. No se puede legislar para que la gente tenga un carácter nuevo y dotarle de ello.

La maldad en el ser humano sólo puede ser restringida por el temor a las consecuencias de violar la ley. Pero no erradicada. Por lo que las actuales propuestas no funcionarán. Como no han funcionado antes. ¿Por qué? Porque carecen de un sustento completo e integral. Moral, emocional y espiritual.  El que los gobiernos sí mencionan, pero que no se atreven a implementar. Y eso es, El Meollo del Asunto.


A decade after his passing, the celebrated doctor of law, Ignacio Burgoa Orihuela, continues to be one of Mexico's most studied and cited legal scholars and a man whose opinions are of superb reputation. 

He once said, "In Mexico there has been corruption in all sectors of society. In government, in the police, in citizens, and in unions, etc." He also asserted, "Corruption is the source of the violence that we suffer in our cities."  

The late Dr. Burgoa Orihuela was so very right. 

Until now, the only weapon we have had against corruption was the law. If we look at the political campaigns in Mexico, both parties and candidates, it would appear they are more concerned with demonstrating how corrupt their opponents are than in presenting plans for governance. Thoughtful proposals are entirely absent. The "3 for 3 Law," as it has come to be known, is more a plaything than serious anti-corruption effort.  

In the business sector, we discover almost daily another business that has amassed a fortune using the same tool as always: corruption. This is nothing new. It is the "modus operandi" that has always been present. What is new is the accumulation of cases that have been made public. The same is true in the naming and charging of corrupt individuals. It is of grave concern, however, the incredible impunity that even the most egregiously corrupt persons enjoy. 

What is it that brings a person to be corrupt? And is that something we can fight? 

Most people are skeptical of any anti-corruption system that does not include punishment. And they have a point. If those who commit acts of corruption are not punished in a visible way, impunity can become entrenched by becoming an incentive for others to behave the same way. Impunity and corruption in fact share a common denominator: Amorality. This amorality also saturates society at large, but few take note of it and fewer concede its importance. 

Corruption is bound up in the desire to take advantage of the present moment and to worry about the consequences later. It shows a fundamental lack of respect for one's neighbor. Respect is a moral value.  

How do we encourage respect for others, and why single out "respect?" Because a lack of respect is what gives rise to "habitual compromise" in people. This "habit" is the subtle deviation from right action. It is a lack of internal maturity. Those who exercise this "habit" tend to view others as stupid or backwards. And so others, in their view, deserve to be treated as such. The "habitually compromised" person has a very individualized view of morality: it is relative. 

Laws represent a moral system. In almost every legal system, laws reflect the Ten Commandments of the Bible in the book of Exodus. "Do not murder." "Do not steal." "You shall not bear false witness." "Do not envy." These are laws, or moral precepts.  These laws were given to the Hebrew people by their god Yahweh to protect humanity, people and property together. Those laws were carried around the world by Roman Empire and its legal system that, suffused in Judeo-Christian culture, dominated the world for centuries. 

The laws emanating from Mexico's legislature - and the law-making bodies of any country - as well as the Mexican state congresses have the same purpose as the Ten Commandments: do justice and protect citizens. And so all laws are embedded in morality. The law executes and exercises morality. 

There are, however, varieties of morality. The biblical, the Buddhist, the Hindu, the Muslim, etc. The morals of one group and those of another, and they often differ radically. Some prohibit the consumption of meat, while others declare the killing of unbelievers to be a virtue. Some contemporary moral systems call "perversions" things that Plato called "virtues." In fact, the Bible calls for death for engaging in these "Platonic" virtues. 

How do we resolve this? 

We cannot deny that all laws are concerned with the morality of citizens. Every government is the establisher and guarantor, then, and of that moral system. Each person is free to agree or to disagree with the morality of any given law, but we cannot deny its provenance nor moral context. Law is concerned with good and evil, and the law must protect the first and punish the second. 

With so much morality in our laws, how is that corruption has come to invade our lives? Because it is not enough to pass laws and announce the benefits those laws have for honorable politicians. Laws do not transform anyone's character. There is no law that can form the people's soul, nor provide or edify a new character. 

The only way of restricting the evil in people is in the proper fear of the consequences of breaking the law. But even that does not eradicate evil, and so the current crop of laws will fail us again. Just as it has always been. Why? Because the law lacks the complete and holistic support rooted in not only the moral, but the emotional and spiritual, as well. Governments might chance to mention those additional supports, but they are incapable of implementing them. And that is the heart of the matter.